
Por mucho que llueva, por muy pocas ganas que tengas de correr, por mucho sueño que tengas, correr siempre es un sinónimo de diversión. Y claro está, hay que darle su dosis de estupidez diaria al cuerpo. Si consigues unir las dos partes, la estupidez y la diversión, encontrarás tu droga… o tu afición, como la llaman los modernos.
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